Soong Mei LING

De frente y De PERFIL

Visto por MAMBRU

LA dinastía Manchu se hundía y ya la familia Soong era celebre. El viejo Soong era un hombre astuto.  Prosperó tranquilamente debajo de la espada de los señores, envió a sus hijos a estudiar a los Estados Unidos, se convirtió al cristianismo, acepto notablemente las virtudes de Occidente que coincidían casualmente con sus intereses económicos que eran los de la clase de “los compradores”, vale decir, la clase intermediaria entre el imperialismo extranjero y los mercaderes chinos. Cuando los hijos del viejo Soong regresaron al país se interesaron, naturalmente, en la política.  Desde antes de la revolución de 1910 los Soong influían en los asuntos exteriores de China.  Una de las tres hermanas Soong era talentosa; se caso con el Dr. Sun-Yat-Set, “Padre de la República China” y cuyas ideas oscilaban entre el ideario de Jefferson y un socialismo abstracto. La segunda hija se caso con el Dr. Kung, financiero, que fuera mas tarde primer ministro y que actualmente vive en Estados Unidos, bien provisto de dólares.  La última hermana fue la esposa de Chiang-Kai-Shek.  Su personalidad se mezcla con la historia reciente de China.  Según  Belden, Mme, Chiang-Kai-Shek tiene todos los gustos de una burguesa cómoda de los Estados Unidos.  Le agrada el lujo, la vida mundana, y su único complejo de inferioridad consistía en haber nacido asiática.  Sus tapados de piel son legendarios, sus diamantes ofrecían un dramático contraste con la pobreza de China. Estas características facilitaron el rol que jugo junto al mariscal en las horas precursoras al hundimiento definitivo.  Durante la segunda guerra mundial recorrió Estados Unidos en una gira de conferencias y su mayor éxito fue obtenido ante los diputados y senadores opulentos, agentes de Wall Street, encantados de ver una china occidentalizada.  “Reservada con los misioneros, coqueta con los fotógrafos, franca y directa con el general Stilwell, que era un hombre franco y directo”, Mme, Chiang  jugo admirablemente el rol de un imperio que se desvanecía.  Había vivido tanto tiempo en el extranjero, dice Belden, que nada de lo que pasaba en el mundo contemporáneo le era extraño, salvo todo lo que concernía a China. Estos rasgos facilitaron la metamorfosis de un generalísimo que se quedo sin tropas. Ahora vive en Estados Unidos, lejos de los sueños de ayer, pero orgullosa y ciega como hija de mandarines.

Artículo publicado en el Diario El Laborista

Edición del 28 de abril de 1953 (Pág. 07)

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