ABORDAJE IMPERIALISTA

El Petrolero “Rose Mary” Revivió una Página de Salgari

Por Victor Almagro

EXCLUSIVO

PARIS. — El escándalo de la nave “Rose-Mary” nos vuelve a Salgari. Las historias de piratas tenían menos  duplicidad que este nuevo ejemplo de la diplomacia imperialista contemporánea.

 Eran aventuras de sangre y de oro, de osadía y  de espectáculo, donde el pirata jugaba su piel y tanteaba en el mar la posibilidad de la gloria y quizás, de yapa  algún título nobiliario. El desarrollo del imperialismo ha dejado en pie esa delincuencia marítima, aunque la ha despojado de toda sugestión.  Sólo permanece  la impunidad, la leyenda se ha agotado, Irán es un país semi-colonial que, aprovechando la crisis mundial del imperialismo británico realizó importantes medidas de una revolución democrática. La nacionalización del petróleo tenía para el Irán la misma significación que en México o en la Argentina. Todo el pueblo trabajador apoyó este ataque contra los petroleros británicos, que constituía un impostergable acto de auto-defensa nacional.

 Los incidentes que rodearon estos hechos son conocidos por todo el mundo. Pero los hombres de la City parecen olvidar que vivimos ya otros tiempos y que en nuestros días ya no resulta tan fácil dominar el mundo desde Londres. Ni desde Washington. Cuando el gobierno iranio, en plena posesión de sus derechos soberanos, se disponía a efectuar una venta del petróleo nacional a una compañía italiana, el imperialismo británico puso en juego su flota, sus bases estratégicas y su poder, todo para inmovilizar a la pequeña nave “Rose-Mary” que surcaba el golfo pérsico con su preciosa carga. Los detalles de este asalto son reveladores.

* La bandera negra y la calavera

 Una empresa italiana, la E.P.I.M., suscribió un contrato con la Sociedad Nacional de los Petróleos Iranios, por el cual la nación persa vendía dos millones de toneladas de petróleo que debían entregarse en Abadán. Un viejo barco, transformado en nave-cisterna y llamado “Rose-Mary”, fue alquilado por una empresa suiza de transportes (la casa Bubenberg de Spiez) intermediaria de la propietaria real del barco que es la compañía “Teresita”, de capital “italiano y registrada en Panamá. Para colmo de internacionalismo frenético, el barco llevaba bandera de Honduras y  la compañía E.P.I.M. compraba el petróleo a Irán para revendérselo a una firma suiza.

 En este galimatías, donde las cláusulas secretas son más interesantes que las declaraciones públicas y donde los espías v testaferros trabajan tanto corno los cargadores de los puertos, puede apreciarse un hermoso ejemplo del orden actual del mundo. En momentos que la “Rose-Mary” dejaba el Golfo Pérsico conducido por un enérgico siciliano y estrechamente vigilado desde el aire per aviones de la R.A.F., fué abordado por un remolcador británico. Un mandatario del armador del buque informaba al capitán del “Rose-Mary” que debía retroceder y entrar al puerto británico de Adén.

¿Qué había ocurrido? Un cuento de hadas, un rasgo del espíritu imperial: la Anglo-iranian, controlada por el Almirantazgo, había ofrecido al armador del barco una importante suma para romper el contrato suscrito con los intermediarios ítalo-suizos y venderle en alta mar la nave petrolera. Al día siguiente el barco estaba secuestrado en Adén por orden del tribunal británico del puerto, que desconoce la nacionalización del petróleo persa. ¡Qué tema para el capitán Kidd!

Articulo publicado en el Diario Democracia

Edición del miércoles 16 de julio de 1952 (Pág. 1)

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