“REINA EL ORDEN EN MALACA”

Originan Feroz Duelo en la Jungla el Caucho, el Cobre y el Estaño

por Victor Almagro

EXCLUSIVO

        PARIS. – Singapur es una importante posición militar del Imperio Británico y su nombre evoca los relatos coloridos y vacíos de Paul Morand.  La novela de aventuras y el cine han arraigado ese nombre en la imaginación popular.  Pero la realidad es incompatible con la espuma romántica. Singapur se encuentra situada en el extremo de la península de Malaca y allí resuenan mejor las palabras mágicas: caucho, cobre y estaño.

Otra tranquilidad perdida

            En París, donde la política mundial encuentra los mejores comentaristas y las fuentes de difusión más universales, el problema de Malaca ha adquirido una repentina actualidad. Este despertar no ha sido fortuito.  En verdad, comenzó a mediados de 1948 con una sublevación general de grandes núcleos de malayos y de chinos residentes en Malaca.

Esta sublevación ha sido calificada por altas autoridades británicas de “comunista” y la designación ha corrido el inmortal destino de las leyendas, siendo recogida y acunada por los corresponsales más sobrios de las capitales europeas.

            Un examen objetivo de la realidad malaya indicaría, en primer lugar, que Gran Bretaña ejerce desde hace décadas un total control de la vida política y económica de la llamada Federación Malaya y en segundo lugar que la explotación de sus plantaciones de caucho y minas de estaño y cobre proporcionan al Imperio su mayor aporte actual de divisas.  Esta situación, lograda a costa de la miseria del pueblo malayo, es sostenida únicamente gracias a la presencia de unos 20.000 soldados británicos y coloniales (estos últimos en calidad de tropas mercenarias, como los Gurkha Rifles hindúes) y de 200 tanques y vehículos motorizados.

            El desconocimiento de la voluntad del pueblo malayo y de los trabajadores chinos que sirven en las plantaciones británicas ha traído como directa consecuencia una rebelión de carácter nacionalista, cuyo parentesco con las luchas de un territorio tan próximo como Sumatra seria imposible de desconocer.  La calificación de “comunista” tiende a ocultar el hecho de que los británicos, apoyados políticamente por los Estados Unidos, defienden los intereses derivados del caucho y del estaño por medio de la violencia militar. El viejo Imperio ha perdido sus uñas, pero no sus dientes y menos su lengua.

Graham Greene, Seducido por la Selva

Francois Mauriac escribió lo siguiente acerca del escritor inglés Graham Greene y se su novela “El revés de la trama”: “La fe religiosa del autor da a esta obra dimensiones tales, que en vano buscaríamos algo semejante en cualquier novela moderna… Nadie como él despierta nuestra sensibilidad ante lo trágico de la vida humana en estos tiempos”.  Los artistas tienen un mundo y ellos se entienden. No fue Archibald Mac Leish el primero ni el último en calificarlos en un conocido libro, de “irresponsables”.  El autor mismo se incluía (había sido el guardaespaldas poético de Roosevelt).  Pero la opinión de Mauriac sobre Greene parece ya demasiado excesiva.

Malaca no es una novela

            Como es mundialmente sabido, el “pool” británico del estaño, ahora semicontrolado por manos norteamericanas, domina virtualmente las principales fuentes de producción y refinación de este producto.  Cuando los mineros de Bolivia deciden que no es posible vivir con 20 pesos bolivianos diarios (unos 3 pesos argentinos y Bolivia pide mejor precio se la amenaza con el bloqueo económico y la miseria.

            El fondo de la cuestión reside en que el “pool” mundial del estaño esta en condiciones de cerrar las minas de Bolivia o de Nigeria, extorsionando a los trabajadores y a su país pues dispone de otras fuentes de producción para hacer frente a las necesidades del mercado internacional.  Malaca es una de ellas y para Gran Bretaña una de las más importantes, ya que ejerce un completo dominio político y militar de sus territorios.  En realidad, seria mejor decir que lo ejercía, ya que la situación de la guerra civil en que se encuentra envuelta la política malaya ha hecho peligrar ese control.

La lucha de los malayos contra las tropas británicas y los plantadores tiene todas las características de la guerra de guerrillas, cuyo teatro es la jungla. Las dificultades para contraatacar a las tropas regulares son obvias. En total se calcula que las fuerzas rebeldes no llegan a cien mil hombres mal armados. Su equipo está constituido solamente por aquellos elementos lanzados en paracaídas por los ingleses durante la guerra contra los japoneses, armas que, como se ve, son utilizados para enemigos más inmediatos.

            La fuerza real de los guerrilleros reside en el apoyo activo de la población, que les proporcionas alimentos, refugios y sobre todo informaciones de interés militar o político. El caritativo Graham Greene, que realizó una excursión a la selva con una compañía británica, refiere que nadie puede sostener en las ciudades una conversación telefónica sobre sus actividades del día, pues la telefonista puede informar en el acto esta noticia a los guerrilleros. El último Alto Comisario británico en Malaca, Sir Henry Gurney fue víctima de un atentado que le costo la vida en el Estado de Selangor. Sus ejecutores no pudieron ser capturados, pues la jungla es impenetrable.  En Londres se han reunido varios ministros, entre ellos el de colonias, Lytleton, para tratar el tema de Malaca.  Allí hay estaño, cobre y caucho. ¿Cómo extraerlos sin los malayos y contra ellos?

Articulo Publicado en el Diario Democracia

Edición del Domingo 6 de enero de 1952 Pág. 1

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