UN AMERICANO EN PARIS

El General Eisenhower Puso Nueva Letra a la “Rapsodia en Azul”

Por VICTOR ALMAGRO

EXCLUSIVO:

PARIS, (Especial).- Esta ciudad esta inundada de norteamericanos. El Plan Marshall no solo trajo dólares para un rearme cada vez más vacilante, sino ciudadanos de Estados Unidos de paladear el aire de la cultura europea que se respira en Montmartre, sobre todo de noche.  Entre los ciudadanos norteamericanos más importantes se encuentra el General Eisenhower, comandante en jefe del Ejército europeo. Junto a él trabaja un impresionante Estado Mayor, compuesto de oficiales de todas las naciones del Pacto Atlántico.  Lo que no aparece por ninguna parte es el Ejercito Europeo.

Generales sin tropas

          Estados Unidos suspendió el proceso de reconversión de su industria militar a la producción civil muy poco tiempo después del llamado armisticio de 1945.

En 1947 había en ese país 2.000.000 de desocupados y en 1948 llegaban a 4.000.000.  Esas cifras diseñaban una nueva crisis económica mucho mayor y de peores consecuencias que la de 1929.  El imperialismo norteamericano había surgido con un redoblado poder de la última guerra, pero una paz prolongada podría conducirlo a un desastre financiero del que Wall Street no quera[1] oír hablar.  La producción de armamentos, por el contrario, podía garantizar dentro de cierto plazo, un nuevo auge de prosperidad y astronómicas ganancias para las corporaciones.  Aunque era evidente que el único mercado que consume las armas es la guerra, el problema no pareció detener el impulso imperialista.

            El incidente de Corea ofreció un excelente pretexto para declarar que las fronteras de Estados Unidos no solo estaban en el Rhin, como en las dos guerras anteriores, o en la Europa Occidental íntegra, como en la presente guerra fría, sino que también encontraba sus límites estratégicos en el paralelo 38.   La masa de acciones de los intereses industriales en la Bolsa de Nueva York sufrió un “boom” sin precedentes con la noticia del conflicto en Extremo Oriente.

            La economía norteamericana comenzó a funcionar nuevamente. La guerra coreana alimentaba la máquina.  Pero el mercado coreano de armamento era muy limitado, los países de Europa Oriental estaban cerrados a la producción yanqui y los de Europa Occidental eran deudores. El Ejército europeo apareció como una formula de salvación.

Un americano en París

            George Gershwin compuso su pieza celebre “Rapsodia en Azul” extrayendo su tema de los paseos por Paris. Era un yanqui solo y melancólico deslizándose entre el frenesí de las luces.  Corrían los años del 20 al 30 y la ciudad parecía renacida, ansiosa de alejarse de 1918.

Otro americano se encuentra hoy viviendo en los encantadores suburbios de Paris y su presencia evoca no solo la pasada catástrofe, sino, ante todo, la próxima.

            La situación de Francia en el proyectado rearme europeo es crítica. La inyección fundamental que se aplicaba a su economía provenía de sus importantes posesiones coloniales en África (Madagascar, Congo, Martinico, etc.), o en el sur asiático (Indochina) o en Medio Oriente. El imperio francés no era una frase de circunstancias sino una poderosa fuente de recursos. Indochina era para Francia lo que la India para Gran Bretaña.

            La guerra civil que actualmente se desarrolla en esa nación asiática, cuesta a Francia 1.000 millones de francos diarios y a pesar del apoyo norteamericano no tiene perspectivas de una rápida conclusión. La espiral inflacionista en la metrópoli no agota su curso, ni mucho menos.  En estas condiciones, una política de rearme, como la exigida por Truman y Eisenhower, conducirá a Francia a una situación cuya salida teórica -la guerra- arrastraría consigo inevitables explosiones revolucionarias.

            La posición de Gran Bretaña no es mucho mejor.  La pérdida de sus importantes intereses en América Latina, durante la sangría de la segunda guerra mundial, la independencia política de la India, la creciente autonomía canadiense y australiana, lo mismo que la política nacionalista de África del Sur, no ofrecen mas que un aspecto del cuadro.  El mas sombrío proviene de aquellos territorios que Gran Bretaña explotó durante décadas para alimentar las islas del petróleo (Irán), de algodón (Sudan), de estaño, caucho y cobre (Malaca) o de trigo y carne (Argentina) naciones que han empezado a realizar su propia autodeterminación.   El Imperio Británico se encuentra en pleno desarrollo de una gran crisis de estructura y con la pérdida reconocida de su primogenitura mundial. Su potencia asociada, Holanda, ya ha sufrido la pérdida del importante bastión de Indonesia, secularmente llamado Indias Orientales Holandesas, Bélgica, ligada financieramente a Francia y Gran Bretaña, continuará el destino de sus grandes vecinos. La crisis italiana tampoco proporciona bases serias para formar el Ejército Europeo.

Europa, a pesar de todo, es neutralista

            La realidad demuestra a todo el mundo, menos a los corresponsales norteamericanos, que las masas trabajadoras de Europa son decididamente contrarias a la guerra y que las maniobras diplomáticas de los distintos gobiernos únicamente demuestran que las clases dominantes preferirían “neutralidad”.  Cada una de las viejas potencias Coloniales de Europa desea la ayuda norteamericana para impedir la independencia de los lejanos territorios subordinados.  Pero Estados Unidos por boca y presencia de Eisenhower, dicen: ¿Queréis mantener vuestras colonias? ¡Preparaos para la guerra!”.  Así se da este juego siniestro en el invierno europeo. Es la nueva letra de una “Rapsodia en Azul” que Gershwin se puso a escribir. Pero él era un romántico…

Artículo Publicado en el Diario Democracia

Edición del Miércoles 2 de enero de 1952 Pág. 01


[1] Error de edición… en su lugar debe ir querrá.

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