Para un itinerario

10/10/1994. Por Alberto Methol Ferre

Luis Alberto Herrera (histórico líder del Partido Nacional del Uruguay) me comenta: “¿Ramos es Marxista? ¡Pero que raro! Si es Federal como nosotros!”… Después envió un telegrama a Abelardo: “Muy agradecido por valioso libro de empuje y convicción. Afectuosos saludos.

L A Herrera”…



De tal modo, las sucesivas ediciones de “Revolución y contrarrevolución en la Argentina” configuraron una revolución copernicana en relación a la interpretación de la historia argentina hasta entonces vigente, presidida por Sarmiento y Mitre. Ramos fue su contrafigura más completa y orgánica. Y no solo rompe con la historia oficial de la vieja oligarquía comercial y terrateniente porteño-bonaerense, sino con su izquierda tanto socialdemócrata de Justo como comunista de Codovilla y Ghioldi, que justamente se aliaron en 1945 contra el surgimiento del peronismo, sostenido por la nueva burguesía industrial nacional y el nuevo movimiento de los trabajadores, esta vez alimentado por los “cabecitas negras” del interior pobre y federal de la Argentina. Así, la “era peronista” había generado su nueva versión de la historia argentina en las nuevas condiciones de lucha por la industrialización nacional…

El punto de partida de Abelardo fue el anarquismo, que provenía de su padre, Nicolás Ramos. Sus primeras lecturas fueron Rafael Barret y a través de este tomo contacto con la Guerra del Paraguay de la Triple alianza, y de la relación contradictoria entre Mitre y Alberdi. El Alberdi de la historia oficial terminaba en “Las Bases”, pero fue el “segundo” Alberdi, el silenciado, con quien se encontró Abelardo en buenas a primeras…

La figura y el pensamiento crítico de León Trotsky le subyugan y se vincula a un pequeño grupo “trotskista”, encabezado por Liborio Justo, el famoso Quebracho, y mas esencialmente con Aurelio Narvaja, inteligencia tan poderosa como solitaria. Eran pequeños grupos marginales, asediados por el implacable aparato stalinista. Había que tener entereza y algo de locura para asumir la lucha tal desigual, huérfanos de todos los poderes. Pocos sobrevivían.

El grupo de Ramos tuvo mejor destino, pues supo asumir e insertarse en el más grande movimiento popular de la Argentina del siglo XX. En 1945 fueron el único grupo de izquierda que proclamo el “apoyo critico” al peronismo. Puede comprenderse que aquello fue escandaloso, inaudito e incalificable. Algo imperdonable. Puede entenderse así el estilo de “espada flamígera” de Ramos: era cuestión de supervivencia. Todo el “establishment” intelectual de la derecha a la izquierda desató contra él todas las furias, desde la calumnia al silencio…

En los años 30 Buenos Aires era el emporio de exiliados y estudiantes peruanos apristas. Aquí estuvo el humus en que creció el latinoamericanismo del joven Abelardo Ramos. La influencia de Haya de Torre fue inmensa. Está presente en la entonces naciente FORJA de Arturo Jauretche, que desembocara en el peronismo, y en los radicales que serán los cuadros de Arturo Frondizi. De tal modo, el latinoamericanismo de Ramos viene de la simbiosis Trotsky-Haya de la Torre, que fueron las bases de su recuperación en un socialista argentino marginal a los Justo y Codevilla. Me refiero a Manuel Ugarte, donde Ramos encontrara su genealogía en su vocación por la “Patria Grande”…

Por eso de ese bosquejo inicial se desprenderán dos libros que irán creciendo en conocimientos y profundidad: “Revolución y Contrarrevolución en la Argentina” e “Historia de la Nación Latinoamericana “…

Desde Brasil le propusieron la edición de su libro, con la condición de eliminar la crítica al “foquismo”. Por supuesto, se negó. En Uruguay, vaya uno a saber porque vericueto del alma, cuando capturaron a Raúl Sendic, el jefe tupamaro, en su último refugio, había un catre, una mesita, un libro –la “Historia de la Nación Latinoamericana” -y una imagen de María…

Jorge Abelardo Ramos ha sido uno de los más influyentes reformuladores de la conciencia histórica argentina a partir de la irrupción histórica del peronismo. Más aún, pocos contribuyeron como él a la caracterización de ese fenómeno histórico nuevo que era el peronismo, y también a la conciencia de si mismo que el propio peronismo alcanzó. En este orden histórico, pocos tan innovadores como Jorge Abelardo, y -es para mi una añeja evidencia- pocos tan saqueados y a la vez tan escasamente citados. Quizá su estilo cáustico, polémico e incisivo, le hizo temible y le multiplico enemigos. Y ya se sabe, los enemigos son más perseverantes que los amigos. Pero el poder se muestra en la cantidad de enemigos que le han sido en muchos aspectos tributarios. Aunque, es obvio, inconfesable.

Alberto Methol Ferre, intelectual rioplatense en: “Para un itinerario” introducción al libro “La Nación Inconclusa” de Jorge Abelardo Ramos. Ediciones La Plaza Montevideo, 1994.

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