Defensa de la permanencia del MPL junto a Menem

Jorge Abelardo Ramos

Carta a Alberto Guerberof*

Estimado Guerberof:

Justamente tenía pensado escribirle cuando recibí su carta del 27 de mayo. Abrigo “in pectore” un informe extenso dirigido al Secretariado y Junta Nacional, donde proyecto ofrecer un panorama general de la situación en México y el Caribe, en el marco de la “distensión entre los colosos”. Al cumplirse un medio año de trabajar en la Embajada, he resuelto reducir al mínimo los compromisos de índole oficial y empezar a trabajar en mi casa, para dedicarme a lo esencial. Ahora sé qué diablos es una Embajada y cuál es el método más adecuado para reducir al mínimo la pérdida de tiempo que su atención exige.

La lectura de La Patria Grande deja en el espíritu una confusa sensación. No hay duda que sus redactores están indignados por la política gubernamental, aunque creo que la conducta de Coco (1) y sus amigos merecerían una condena más categórica todavía. Coco–junior ha perdido la cabeza, aunque cabría preguntarse si alguna vez la tuvo. Si se tratara de juzgar sus decisiones, declaraciones, iniciativas, decretos varios, incluyendo los de índole conyugal, y formular una crítica a fondo de lo que ha hecho en menos de un año, el último número de La Patria Grande, en comparación, parecería redactado por Dromi y Guardapolvos (2).

Pero no se trata de eso. Antes del triunfo, yo formulé algunas apreciaciones sobre el personaje; pero así como hay hombres que el impulso del poder agranda, hay otros que el poder disminuye, desnuda y degrada. En este caso, el poder ejerce efectos similares al del alcohol: a ciertas personas la bebida las vuelve tiernas, locamente generosas y elocuentes. A otras, les da por robar, sacar el cuchillo o mostrar su escondida abyección. Estamos en el segundo caso. Sin embargo, y a pesar de todo lo dicho, y que nada de lo escrito en el periódico es irreal, su presentación literaria y no pocos artículos no expresan la orientación del movimiento, establecida, por lo demás, en la Convención a la que asistí.

Algunos compañeros, por ejemplo de Rosario, no prestaron atención a mi informe en la Convención. Es cierto que fue muy extenso. Pero mi insistencia en el análisis de la “perestroika” y en los orígenes de la revolución rusa, así como en la “cuestión nacional” y en la estabilidad relativa del capitalismo occidental, estaba más vinculada a la Argentina que lo que podían comprender en ese momento estos compañeros, obsesionados por la persona del Presidente.

Ante todo, formamos parte de este gobierno. Este punto es esencial en la apreciación pública y privada de la situación. Integramos el Frejupo, por más desmedrado y sietemesino que haya nacido. Acaban de ingresar a empleos del Estado 35 compañeros y amigos, desde puestos medianos a modestos, incluyendo cátedras para la formación de administradores gubernamentales en la Secretaría de la Función Pública. Carlos Díaz, por la misma vía, ha sido designado funcionario en el Chaco en relación con la atención a los combatientes de Malvinas.

Creo que esto permitirá reconstruir con gente joven el MPL en esa provincia. Esta es una prueba de la eficacia del Estado como factor de influencia en el desarrollo del partido. Se trata, por cierto, de una influencia que se ejerce en una fracción pequeña del poder del Estado; en una gran escala, y desde el aparato del Estado que había ahogado toda la prensa obrera y reducido a la prisión a sus dirigentes sindicales tradicionales (incluso que había reprimido hasta su detención a Jauretche) Perón empezó a distribuir favores, cargos y medidas de legislación obrera. Nadie preguntó a Perón, desde las filas de trabajadores, sobre la clausura de locales sindicales o periódicos: advirtieron que el Estado empezaba a trabajar para ellos. Así nació el peronismo, desde el Estado.

Creo que se trata de un punto digno de considerar antes de entrar a analizar la naturaleza misma del Estado y del gobierno actuales. A este respecto, vale la pena mencionar la viva contradicción en que incurren los redactores y el compañero Cesarini, en dos artículos del último número de La Patria Grande. En uno de ellos, titulado “¿Gobierno popular con leyes antiobreras?” y que firma Balmaceda, entre otras consideraciones, se escribe lo siguiente: “Resultará curioso para los futuros historiadores comprobar que el triste privilegio de procurar enterrar las notables conquistas promovidas por el general Perón le correspondió a un ministro justicialista de origen gremial.” Es decir, a Triaca. Lo conocemos bien a Triaca. Pero en la página 7 del mismo número de La Patria Grande, se publica una crónica del congreso del SACRA, que constituyó un grande y legítimo triunfo de nuestras compañeras y del MPL, que comienza del siguiente modo: “Más de 400 mujeres se congregaron el 11 de mayo en el Centro Cultural General San Martín para celebrar el III Congreso Nacional de Delegadas del Sindicato de Amas de Casa de la República Argentina. Auspiciado por la Secretaría de Estado de la Función Pública y la Dirección de Recursos Humanos y Empleos del Ministerio de Trabajo de la Nación y bajo la advocación de Eva Perón, Ana María Giacosa y Olga Cartas. Participaron de dicho congreso seccionales de todo el país, funcionarias nacionales y provinciales además de representantes gremiales. Como invitados especiales se destacaron el gobernador de la provincia de Misiones, Dr. Julio César Ahumada y el secretario de la Función Pública, Dr. Gustavo Béliz; el diputado nacional Puerta del PJ; Alberto Guerberof, secretario general del MPL y Faby Carvallo, precursora de la lucha por los derechos de la mujer y del SACRA; la profesora Marta Fierro, directora nacional de Educación del Adulto; Silvia Martínez, directora de Maternidad e Infancia, en representación de Matilde Meéndez, subsecretaria de Salud; Dr. Lucio Ponsa Gandulfo, subsecretario de Organización y Gestión de la Presidencia de la Nación; Inés Bienatti de la Dirección de Recursos Humanos y Empleos del Ministerio de Trabajo; Domingo Fussaro Carcavallo, presidente del Tribunal de Trabajo Doméstico que expresó el saludo del Ministro de Trabajo de la Nación Jorge Triaca, Alberto Campos de la UOM. Asimismo, adhirieron al acto mediante telegramas, el presidente de la Nación, Dr. Carlos Menem; el gobernador de la Pcia. De Buenos Aires, Dr. Antonio Cafiero; de Mendoza, Dr. Octavio Bordón; el vicegobernador de Buenos Aires, Dr. Luis Macaya; el Coronel (RE) Mohamed Alí Seineldín y el secretario general del Sindicato de Obras Sanitarias, Rubén Pereira; y el intendente de Lanús, Manuel Quindimil”. En algún artículo o varios, aparece un ataque cerrado al gobierno y a Triaca. En el otro, se enumeran los miembros de ese mismo gobierno, que acuden a apoyar al sindicato creado por el MPL (¿o alguien en el gobierno lo ignora?) y que es expresión del más notable y original movimiento social de la actual Argentina.

He escogido estos dos textos de La Patria Grande porque revisten un valor simbólico de la contradicción apuntada. El compañero Balmaceda (o el armador del periódico) eligió, además, un título desafortunado, que recuerda a aquella consigna de los Montoneros: “Qué pasa, General, que está lleno de gorilas el gobierno popular”. Ese título, la intencionalidad irónica y su contenido latente, pertenece, en esta situación política, a la izquierda cipaya, que brindó apoyo crítico a Alfonsín, pero que es adversaria de este gobierno, haga lo que haga, puesto que pertenece a una estructura de clases diferente y a una ideología colonial fosilizada. Para colmo, Balmaceda no encuentra otra autoridad mejor para citar en defensa de los obreros huelguistas que el senador Adolfo Gass, y le atribuye razón, aunque con reservas. Blas titula: “No se cambia la historia retrocediendo”. Eduardo Varela escribe una nota denominada “Otro Cóndor que no vuela”. Un artículo sin firma es titulado: “Un peronista reprueba la privatización”, título del peor sesgo stalinista tradicional. El PC siempre encontrraba un peronista enemigo de Perón, o un cura democrático. No sólo Cirnigliaro reprueba las privatizaciones, sino la inmensa mayoría del peronismo y de los argentinos. Son fragmentos de verdad. Pero la realidad es una totalidad contradictoria, sujeta a pulsiones internas y a múltiples presiones externas. El arte de la política consiste en percibir cuál es en cada momento el rasgo más importante de esa totalidad y qué debe hacerse en ese momento y no en otro. Un revolucionario ilustre decía que la verdad es siempre concreta (3). Ahora bien, ¿cuál es la verdad de este momento?

Formamos parte de un gobierno de origen popular incuestionable, aunque su victoria se logró por mayoría relativa. Menem era el candidato presidencial; pero nosotros y otras fuerzas aliadas jugamos un papel no desdeñable en ese triunfo y en el repertorio programático del candidato. Ni fuimos, ni somos ajenos a este gobierno. Su rasgo característico es que se libra en su seno un combate feroz, público y secreto entre tendencias antagónicas. La peor de ellas parece apoyada por el Presidente, quien parece confiar solamente en el sostén externo del imperialismo, como exclusiva fórmula para emerger de la crisis. Así espera consolidar su gobierno, desbaratar a sus adversarios internos en el peronismo y hacerse reelegir mediante la reforma de la Constitución.

Frente al Presidente hay una oposición política encabezada por Alfonsín, tan desacreditado ya que se ha enfrentado a Angeloz, que es más estúpido y más reaccionario que el propio Alfonsín. La izquierda portuaria se ha fortalecido con el apoyo de la CIA y tiende a absorber parte del ruinoso stalinismo. Por suerte, han eliminado el retrato de Trotsky de sus reuniones y aspiran a convertirse en un gran partido socialdemócrata, con muchos diputados, como en la época de Repetto y Palacios. A la desindustrialización corresponden más “diputados obreros”. El desconcierto producido por la “perestroika” en el mundo y el fortalecimiento aparente de Estados Unidos (triunfo del capitalismo y de la democracia) no solamente debilita los nacionalismos en los países coloniales sino que fortalece, en la Argentina, al trotskysmo, o sea a la CIA (4). Es lógica, en consecuencia, la decadencia del viejo PC y el aumento de la influencia del imperialismo en el sector pequeño burgués de los sindicatos estatales, en detrimento de la gravitación peronista en los sindicatos proletarios. Queda solamente Lorenzo (Miguel) como posible eje de reagrupamiento. El Ejército está en silencio. A su vez la clase obrera con empleo también guarda silencio y espera. Los estatales son más bulliciosos: judiciales, bancarios, maestros, etc. Pero es difícil que puedan decidir por sí mismos. En el cuadro actual, todas las fuerzas nacionales, incluído Solimán (5), “no sacan los pies del plato”. Y nosotros, tampoco.

Mientras todos luchamos dentro del gobierno para mantener los principios generales de la Revolución Nacional y buscamos establecer líneas internas dirigidas a ese fin, no podemos ni debemos publicar un periódico que contraría esa estrategia. No sólo la Argentina, sino también la América Latina, se encuentran a la defensiva. Por ahora, el imperialismo está a la ofensiva. Pero el coloso tiene pies de barro, pues el capitalismo mundial, si algo ha probado, es que no puede ni quiere extender sus sistema de producción a todo el planeta. Necesita, como ya lo adelantó en su tiempo Rosa Luxemburgo, un medio no–capitalista para realizar su acumulación. Esto supone la revolución colonial o semicolonial, supone nacionalismo y socialismo. La precaria estabilidad que hoy ostenta el imperialismo está suspendida del delgado hilo de la desenfrenada especulación financiera de Nueva York, Londres y Tokio. La de Londres supera por mucho en su monto a la producción industrial. Bailan alegremente sobre uin barril de dinamita. Su estallido no hará daño al Tercer Mundo. Por el contrario. Lo que sí puede hacernos daño, es precipitarnos a la soledad, al vacío cósmico. ¿O alguien pretende que rompamos ahora con Menem? Si antes no lo hace la clase obrera, el peronismo, las mujeres del interior, por nuestra parte no lo haremos.

Cuando el protegido de la presidenta Isabel, el astrólogo, capitaneaba una banda de asesinos y mató al compañero Llerena Rosas (6), a Burns, a nuestro candidato a senador Silvio Frondizi; cuando la banda policial del brigadier Lacabanne, gobernador de Córdoba, allanó mi casa de Alta Gracia para secuestrarme y probablemente, suprimirme; cuando Isabel elogió a las multinacionales y lanzó el “rodrigazo” causando una formidable hiperinflación, el FIP, que carecía de todo compromiso y participación en ese gobierno, no rompió con el gobierno peronista. Por el contrario, en nombre de nuestro partido, defendí la investidura presidencial, aun contra todos los partidos, incluído el partido peronista, que había abandonado a Isabel a su suerte. El MID, que había acaparado todos los cargos posibles en el Frejuli, también la abandonó, como es su costumbre, noventa días antes del golpe de Videla.

Del periódico, último número, se desprende la necesidad política de abandonar el Frejupo, seguir a Vicentini, a los 8, y a Spilimbergo. Es un paso hacia el imperialismo y sus instrumentos locales. Lo único que ha dejado la historia es el peronismo, tal cual es y tan podrido como es. Pero fuera de él y contra él, sólo está la nada. Es el retorno inapelable a la secta esclarecida, digamos: 5.000 lectores para La Patria Grande y 40.000 votantes para la Presidencia. No es razonable reñir con Clío. La musa de la historia es así y sólo pide tiempo al tiempo. En el más completo aislamiento, antes de llegar a México, Trotsky aconsejó a sus partidarios de todo el mundo –un puñado tan solo, en 15 o 20 países– que para evitar las disputas internas, que envenenaban las relaciones mutuas y volvían estéril su acción, había que tomar contacto con el mundo, con los trabajadores y la gente común, había que intentar lo que se llamó el “tournant” francés, o sea, el viraje que los trotskystas habían realizado en Francia. Este consistía en ingresar al Partido Socialista, nada menos que al partido de León Blum, el partido que traicionaba a la revolución española y que era la encarnación del reformismo y amarillismo más repugnante. Así lo hicieron, y se llamó el “entrismo”. El propio Trotsky decía que si las condiciones objetivas son demasiado hostiles como para conservar y expresar las posiciones políticas, se debía retroceder hacia las posiciones teóricas y atrincherarse en ellas, hasta que el cambio de las circunstancias permitiese nuevamente avanzar hacia la política concreta. Juzgaba que lo más importante en ciertas condiciones era escapar al aislamiento auto–destructivo.

Tanto la clase obrera industrial, o lo que queda de ella, como los profesionales y técnicos nacionales, los científicos del Estado, los militares, los funcionarios patriotas, los sindicalistas, están dentro del Estado o próximos a él. Todo el mundo espera. Nosotros debemos hacer lo propio. En tanto, hay que extender nuestra influencia allí donde sea posible: Gran Buenos Aires, SACRA, veteranos de Malvinas, reafiliaciones en todas las provincias. No hay que tocar al Presidente ni al gobierno. La Patria Grande debe cambiar de su actual sesgo agitativo al de un sólido periódico de propaganda y eliminar sus reincidentes brotes de agitación. Es preciso abandonar el estilo del título central, que fatalmente debe decirlo todo. La selección del material deberá ser tarea de una discusión del Secretariado. Por ejemplo: la crónica del Congreso del SACRA se publica en la página 7. A mi juicio, debería ser el material dominante de la primera página y abarcar por lo menos 2 páginas. Su texto resulta muy breve. Dicho sea de paso, no figura el que envié, y se leyó en el Congreso, una adhesión mía. El segundo tema de importancia, era la Convención del MPL, que es despachada en una notita chica de 2 columnas (foto incluída) en la página 2. Su texto resulta tan tendencioso y tan opuesto a las decisiones de la Convención, tan categóricamente acusatorio del gobierno que integramos (“política gubernamental, apartada del programa del Frejupo votado el 14 de mayo de 1989″) que no puede atribuirse a la incompetencia de Cesarini, compañero cuya capacidad periodística es bien conocida, sino a su reiterada indisciplina y resistencia a expresar la línea del MPL.

La Convención del MPL era uno de los temas fundamentales de esta edición de La Patria Grande y pasa desapercibida, aunque el lector curioso advertirá con sorpresa la ambigüedad de su retorcido texto. Marginalmente: en la primera página hubo 5,000 mujeres en el Congreso del SACRA y en la crónica de la página 7 descendieron a 4,000.
El tercer tema importante, en cuanto a precedencia, era el de los veteranos de guerra y el de la Casa de gobierno con los ex soldados en ella. Deberían haber sido publicados según la importancia a que hago referencia, omitiendo párrafos provocativos e inauditos: en el mismo artículo que informa sobre la presencia de 500 veteranos en el Salón Blanco, párrafo donde se ataca a Menem mientras se relata que ésta aprobó uin plan de ayuda a estos veteranos (página 6).

En síntesis: 1. Es la segunda vez que se resuelve algo en la dirección respecto a La Patria Grande y que el compañero Cesarini, por una razón o por otra, hace lo contrario. Como se trata de un militante de experiencia, propongo se lo reemplace por otro compañero (si usted estuviera dispuesto, lo postulo a usted) y se establezca un control del partido sobre el periódico. Conceptúo el reemplazo del compañero Cesarini indispensable. El último número de La Patria Grande es impresentable y constituye un desafío a la posición del Movimiento y a las resoluciones de la última Convención.

2. La Patria Grande debe modificar su presentación y asumir el estilo de una publicación político–teórica. Artículos extensos sobre el Estado semicolonial; el periodismo metropolitano y el periodismo servil de los países atrasados; la teoría del imperialismo; las clases sociales y sus relaciones recíprocas en América Latina; la unidad latinoamericana y su fundamento económico y cultural; el problema del Ejército en los países atrasados; crítica de libros: el de Nadra, PC; particularmente, Cangiano debería ocuparse de estudiar los fenómenos de la perestroika en la URSS y en Europa Central; la situación de los nacionalismos latinoamericanos. El estudio de los partidos políticos argentinos, uno por uno.. Además, temas del revisionismo histórico. Al tratarse la actualidad, grandes panoramas, evitando entrar en la interna del peronismo y manteniendo nuestras tesis básicas. El caso del SACRA es un buen ejemplo para no recaer en truculencias. Le ruego presente estas líneas al Secretariado y a la Junta Nacional. Un Congreso de sesgo ideológico antes de fin de año sería útil.

Un abrazo para usted, su compañera y todos los amigos, de Jorge Abelardo Ramos

NB. Me parece recordar o haber oído que La Patria Grande saldría con menos páginas pero quincenal. Desde ya que voto en contra. Es todo lo contrario de lo que aquí dejo expuesto. Creo que los miembros de la redacción de La Patria Grande, aunque algunos de ellos no pertenezcan al Secretariado o a la Junta Nacional, deberían conocer el texto de esta carta.

Fecha: 4 de Junio de 1990


*La carta de Ramos a Guerberof constituye un documento importante para conocer las disputas internas que sacudieron al MPL a partir del momento en que Carlos Menem sigue la política ordenada por el imperialismo. Ramos no apoya en ningún momento esa política. Más aún, ironiza sobre el Presidente y sus principales secuaces, como Bauzá, y dice que encabeza la peor de las tendencias internas del Gobierno. Sin embargo, manifiesta que aún sería prematuro romper con Menem y que hay que aprovechar los puestos públicos obtenidos para acumular fuerzas

(1) Ramos se refiere a Menem
(2) Ramos se refiere a Bauzá
(3) Ramos se refiere a Lenin
(4) Ramos se refiere al MAS, corriente trotskista que se alió al PC y asumió un perfil socialdemócrata.
(5) Ramos se refiere a Seineldín
(6) Carlos Llerena Rosas, delegado del INTI y militante del FIP, fue asesinado por las bandas fascistas de la Triple A en 1975

También te podría gustar...