EL RACISMO Y LA UNESCO

Condenan los “Progroms” de Alemania pero Olvidan al Ku Klux Klan

Por Victor Almagro

EXCLUSIVO

            ROMA— Cumpliendo el destino de los organismos internacionales de estirpe ginebrina, nada hay más aburrido que las publicaciones o los debates de la UNESCO. Consagrada a la difusión de la cultura y de la ciencia, la entidad subsidiaria  de la  UN se ha visto obligada a olvidar que toda cultura  o conquista científica nace del conflicto.  A la manera de una Cruz Roja del espíritu, la UNESCO por su propia organización multinacional, despoja a todo lo que toca de los gérmenes polémicos que se encuentran en el origen mismo de la creación.

Son malos gérmenes, sin duda, pero no tan malos como los arrojados en China para producir epidemias, asunto sobre el cual la UNESCO guarda un silencio piadoso. Sus sabios se reúnen y confrontan descubrimientos. Un día declaran que la ciencia no reconoce las diferencias raciales y que la humanidad no es un océano de tipos irreconciliables, sino una inmensa fraternidad única. En apariencia es una tentativa de reconvención póstuma a los sepultureros nazis, pero la historia corre tan rápidamente que actualmente una declaración semejante se vuelve directamente contra los Estados Unidos, nación donde la persecución ha alcanzado el  mayor grado de exasperación. Claro está que los sabios de la UNESCO no aluden a los Estados Unidos, cuyas cuotas en dólares permiten mantener un enorme aparato burocrático y financiar amenos congresos. Este rasgo de buena educación es recompensado. La UNESCO reúne un  día cualquiera (hace unas semanas) una conferencia de escritores, científicos y artistas y somete a la discusión más aséptica el tema de la condición social del creador moderno. Cada orador cumple su rol cuidadosamente; las aspiraciones más ideales y las observaciones más inocuas encuentran al ejército de dactilógrafas y  traductores siempre dispuestos a recoger para los archivos una pulcra reseña. En ese género  de reuniones se habla, por lo general de la situación sanitaria de la tribu Ocomita del centro-oeste de África portuguesa y se enumera la cantidad de hospitales. Las cifras aguantan pasivamente todas las interpretaciones. También se escuchan largos informes de 1os salarios que reciben periodistas de Francia o los escritores egipcios o los artistas de Venezuela: metódicos informantes “sugieren” o “aconsejan” adoptar tal o cual “medida” para mejorar el destino de los creadores, de los negros o de los campesinos  sudaneses. La palabra “imperialismo” no existe en el vocabulario de la UNESCO. Pero esos aspectos negativos de su existencia están balanceados por su afán arquitectónico. Está en curso de aprobación el proyecto de su futuro edificio central. Costará dos mil seiscientos  millones de francos (unos siete millones de dólares) En sus 16 pisos, el organismo internacional instalará sus oficinas, un salón de congresos, una sala de conciertos y conferencias, restaurant, bar, biblioteca, oficinas de prensa, salones de exposición. etc. En este inmenso paralelepípedo de acero y  cristal que se construirá en Paris, se trozarán los clarines bélicos de UN por los conciertos sinfónicos de la UNESCO. Sus altos funcionarios estiman que el edificio será “el símbolo arquitectónico de la generación actual”. La sede constituirá según esas palabras autorizadas, la expresión “del progreso, de la educación, de la ciencia y de la cultura en el mundo actual, traducirá la nobleza del ideal de la UNESCO: ser un centro cultural mundial”. Si Estados Unidos abandona Puerto Rico, quizás en un rincón del mundo entrará la educación. Si las potencias destinan la energía atómica a la industria, quizás la ciencia avanzará en cuanto a la cultura, crecerá  por sí misma en un mundo liberado. De otro modo, la tempestad atómica cubrirá todo, incluso el flamante edificio.

Artículo publicado en el diario Democracia

Edición del Miércoles 22 de Octubre de 1952 Pág. 1

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