LOS MONARCAS DE “FORTUNE”: BOUSSAC

El Hombre Feliz que Tiene Camisas y le Rinden 5 Mil Millones Anuales

Por Victor Almagro

EXCLUSIVO

PARIS. — Los reyes del dinero europeo conocen la virtud de la discreción. Las marchas de los desocupados, de los pensionados de guerra y las protestas por el costo de la vida no son un marco adecuado para la ostentación de la riqueza. Pero los magnates norteamericanos creen en la protección de los dioses.  La revista “Fortune” elabora sistemáticamente la iconografía de los reyes  del dinero para orgullo de su clase y estímulo de los desposeídos. Porque “Fortune”, que orienta y representa a la alta burguesía norteamericana, se esfuerza en mantener el mito de la oportunidad relatando la aventura de esos jóvenes audaces y sin escrúpulos que hoy disfrutan el premio de su virtuoso esfuerzo.

Marcel Boussac tiene en París el centro de su vasto imperio basado en el algodón. “Fortune” ha descripto su vida y sus sistemas de producción para que sus colegas norteamericanos comprueben cómo es posible llegar a ser un magnate utilizando medios no norteamericanos. Pero las diferencias no son fundamentales.

 Marcel Boussac es un hombre “sencillo”; trabaja alrededor de ocho horas diarias, hace vida familiar y le encantan los caballos. Durante varios años fue un admirador asiduo de la cantante de Ópera   Fanny Heldy, a quien desposó en 1938.

Ha realizado un matrimonio feliz y prefiere la compañía de su esposa a las salidas nocturnas. En la temporada de carreras pasa la mañana en Chantilly donde tiene sus caballos que en cantidad y calidad sólo compiten con los del Aga Khan. En su caballada se encuentran los mejores sementales franceses que han merecido el año pasado precios de 200.000 y 400.000 dólares. A pesar de que habitualmente no asiste a reuniones suele realizar en época de caza en su castillo de Orleáns fabulosas reuniones que congregan  a la elite política y militar de Europa. De esta manera, nos enteramos que Boussac no sólo es un hombre “relativamente” sencillo, sino que también tiene debilidades políticas. Se le considera como un hombre de centro y es una de las columnas del gobierno de Pinay. Como su opinión ya tiene el peso de su imperio, es propietario del diario “La Aurora” y hace reflexiones políticas. Pero examinemos su imperio real: en sus fábricas de tejidos, talleres de confección, tintorerías, ataliers, de impresión, fábricas de planchado y terminación, fábricas de banderas y talleres de recuperación de los desechos de algodón, trabajan 25.000 obreros, de los cuales tres cuartas partes son mujeres. Es propietario de los aparatos domésticos Bendix-France  para lavado, cuyo capital se estima en 1.600 millones; independientemente fabrica impermeables, ropa de trabajo y de sport, tiene camiserías de alta calidad y otra de camisas populares que alcanza una venta de cinco mil millones anuales. Controla dos costureros que abarcan el público francés: Pierre Clarence para clase media, que alcanza 120 millones de francos anuales, y el grupo de Christian Dior que pasa los dos mil millones de venta. Por otra parte, sus establecimientos hípicos representan 3.300 millones.

 Boussac compraba todo su algodón en Egipto, pero los nuevos vientos lo han orientado hacia Estados Unidos, México, Brasil, Perú, Egipto, Turquía, Siria, Irán, Pakistán, Ouganda y África francesa. Su principal organización textil es el Comptoir de L’industrie Cottoniére (CIC), cuya  sede está en París.  En 1951 esta agencia vendió 109 millones de dólares en África del Norte, Indochina y América del Sur.

Desde 1914 Boussác comenzó a fabricar tejidos a precios más baratos que en plaza; el estallido de la guerra le permitió vender toda su producción al gobierno y organizar, por su, mandato la producción de los Vosgos.  En 1915 comenzó a utilizar las telas de avión que constituyeron uno de sus mayores éxitos.

Durante la ocupación alemana trabajó con menos fortuna pero no detuvo, la producción  ya que los alemanes también necesitaban ropa. En 1943 renunció a los pagos al contado y emitió títulos por valor de 800 millones. Hoy, ha recobrado con creces los “sacrificios” de la guerra y entra merecidamente en la iconografía que observa atentamente el pueblo francés.

Artículo publicado en el Diario Democracia

Edición del Domingo 12 de Octubre de 1952 (pág. 1)

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