FUTURO DE UNA ALIANZA

EE.UU. Absorbe las Posiciones de Londres en la Economía Nipona

Por Victor Almagro

EXCLUSIVO

PARIS.-  El rasgo esencial de la economía imperial japonesa en la preguerra era la estrechez de su mercado interno.  Si bien la industrialización había alcanzado un alto nivel de expansión y eficiencia, no era menos cierto que este proceso técnico se orinaba en la exp1otación más despiadada del pueblo japonés. Esto determinaba que su nivel de vida estuviera muy por debajo de las condiciones corrientes en las naciones occidentales y que por consiguiente la capacidad consumidora de la población no fuera un factor serio, en la adquisición de los producto, fabricados. La política exportadora fué, con tales limitaciones, la  preocupación principal del régimen nipón. Su mercado más atrayente era China, pero la situación de paz armada o guerra declarada en que transcurrían las relaciones de ambos países no otorgaba muchas garantías para el intercambio comercial.

 La ocupación norteamericana en el Japón transformó los problemas tradicionales de su economía y también los de su política. El imperialismo yanqui penetró profundamente en todas las ramas de la producción industrial japonesa y  de su organización bancaria. En la actualidad, Japón es un socio menor de Estados Unidos, intimidad reforzada por la presencia de fuerzas militares y tropas de gerentes.  Los “trusts” norteamericanos dominan la industria del caucho, las industrias mecánicas, cerámicas, los productos eléctricos, etc. No obstante, el embargo comercial decretado por Estados Unidos a las exportaciones mundiales hacia china comunista creó graves problemas a la industria japonesa.

 • ¡Que pague el león británico!

 Entonces surgió el Plan Marquat. El general Marquat es el jefe de la sección económica en el estado mayor de las tropas yanquis en Japón. Su prodigioso cerebro elaboró un plan sobre la “cooperación nipo-americana”. El sentido general del plan se expresa en estas palabras: “La América y el Japón se disponen a concluir una alianza cuyo fin es contribuir a la explotación de las riquezas naturales del Sudeste asiático”. Nunca estuvo mejor empleada la palabra “explotación”.

 El propósito de esta política reside en expandir la influencia norteamericana en el sur del continente asiático, o costa de los ingleses, tradicionales amos de esa escena. Como los japoneses se sienten “tentados” (según la expresión de una revista norteamericana) a comerciar con China, el imperialismo yanqui les ofrece ahora un apetitoso bocado. Birmania, lo mismo que Malasia, son productivas colonias británicas. Aunque en estos territorios suenen algunos disparos y la guerra civil ruge en la selva, los norteamericanos están dispuestos a sacrificar a sus amigos británicos para arrebatarles — bajo el pabellón japonés — el control de esos mercados.

 Lo mismo ocurre con la India portuguesa que, como se sabe, continúa simbolizando los últimos vestigios del imperio de Portugal. Las exportaciones nipo-norteamericanas llegan ya a Pakistán: nuevas fábricas, empresas comerciales y “cartels” se extienden por el Sudeste asiático.  La avidez de los monopolios americanos pone al descubierto esta crisis entre los grandes vampiros de la economía mundial. Indonesia también recibe ahora mercaderías japonesas. Con tales aliados que se despedazan recíprocamente ¿cuál es el futuro de, esta alianza?

Articulo publicado en el Diario Democracia

Edición del lunes 21 de julio de 1952 (Pág. 1)

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