Carta al Teniente General Martín Balza

Jorge Abelardo Ramos

Mi estimado Teniente General*:

Estando internado reponiéndome de una dolencia que me aqueja, incurrí en el vicio imperdonable de encender la televisión. Ahí pude verlo a usted, a otros altos oficiales y al Presidente, conmemorando el día del nacimiento del Libertador.
Mientras observaba con interés el desarrollo del acto en Yapeyú, pude escuchar las palabras de un alto oficial, cuyo nombre se escapó de mi memoria, realizando la presentación del homenaje.

Lo que llamó mi atención es una frase que este oficial pronunció, en la que proclamaba, entre otras cosas, que el General San Martín había sido uno de los creadores de las “nacionalidades” en América latina.

Esto es una cuestión importante y grave, y me parece, dicho esto con el espíritu más colaborador y amistoso hacia el Ejército nacional, que debería ser considerado atentamente por su jefatura, dada la importancia que tiene cualquier declaración que nuestras Fuerzas Armadas hagan concernientes al pensamiento del Libertador.

Como usted sabe, el propósito básico de San Martín, después de su gesta andina y de su llegada al Perú para enfrentar a las fuerzas del Virrey La Serna y del absolutismo español allí refugiados, y que fuera también el de Bolívar, el de Artigas y el de los grandes oficiales revolucionarios de las guerras contra España, no fue el de constituir pequeñas repúblicas de opereta, con sus constituciones, monedas, medallas, academias y parlamentos impotentes, sino salir de España constituyendo una Gran Nación Latinoamericana. Este fue el real propósito de Bolívar y también el de San Martín, expuesto por los grandes investigadores de la historia argentina.

Está claro cuando el Libertador, negándose a intervenir en los problemas internos que la burguesía del puerto opuesta a las provincias promovía, les dijo: “yo no tengo partido alguno, soy del partido americano”.

San Martín es un hombre de la América latina. Un unificador, no un creador de nacionalidades que no existen. Estas llamadas “nacionalidades” de las repúblicas actuales son, simplemente, provincias desprendidas del imperio americano español, cuando nuestro jefe era el rey de España.

Cuando este poder es subrogado por el pueblo revolucionario, por negarse a contemplar los intereses americanos, los grandes pensadores y soldados, como San martín y Bolívar, uno en el norte y otro en el sur, luchan precisamente para unir a las partes que tendían a separarse. Y tendían a separarse porque a las oligarquías de los puertos, hacendados y comerciantes interesados en el tráfico con Inglaterra, no les preocupaba el destino colectivo ni la creación de una gran nación y de un gran mercado común.

Es precisamente por eso que San Martín desea terminar con el peligro de La Serna y sus fuerzas realistas, para lo que pide auxilio al congreso rivadaviano de Buenos Aires.
Un joven oficial a sus órdenes, el comandante Gutierrez de la Fuente, hace un largo viaje a caballo desde Lima a Buenos Aires, narrado en su diario intimo que fue luego editado por la Academia de Historia, para solicitar ese imprescindible auxilio a los comerciantes porteños, que, como Rivadavia, estaban vinculados a Inglaterra y le negaron al Libertador el pan y la sal.

La famosa renuncia de San Martín al retirarse del Perú y dejar la escena a Simón Bolívar, estaba motivada en el echo que sus tropas no tenían para comer y temía que se le rebelasen, no queriendo, tal como dijo en una carta a su amigo Guido, tener que dar el espectáculo de fusilar a sus propios camaradas, razón por la cual renunció a ser Protector del Perú y desapareció para siempre de la escena.

San Martín fue dejado solo y no pudo combatir. Es por eso que la leyenda póstuma de los intereses antilatinoamericanos quiere hacer de él al creador de la Argentina y no al unificador de la América criolla, junto con su camarada de armas Simón Bolívar.
Nuestro Ejército que, además de sus defectos como institución secular, a estado dotado de tantas virtudes, entre ellas las de haber combatido gallardamente contra el imperio británico en las Malvinas, no puede declarar a San Martín autor de nacionalidades, sino luchador por una gran nación de repúblicas soberanas, justas e independientes.

Perdóneme la lata, mi estimado general Balza, pero yo se que usted entenderá que esta pretende ser una contribución fraternal para que el Ejército no solamente sepa actuar, sino que además sepa que antiguas glorias lo avalan desde el pasado.
Permítame que le envíe un cordial saludo.

JORGE ABELARDO RAMOS
BS AS, 23 DE AGOSTO DE 1994


*Esta carta fue escrita por Jorge Abelardo Ramos, ya enfermo, poco tiempo antes de su lamentable desaparición física. No llegó a ser enviada. No solo es un lúcido documento, sino el reflejo de una lucha que se extendió hasta sus últimos momentos y que se prolonga, como la del Cid Campeador, mas allá de su muerte.

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