EL PUEBLO NO CUENTA

Los Imperialistas se Disputan las Fabulosas Riquezas Sudáfricanas

Por Victor Almagro

EXCLUSIVO

PARIS.-  En África del Sur la fusión de la cuestión racial con el problema social parece incuestionable.  En esa parte del continente negro no habrá antropólogos o etnólogos- cómo en algunos países latinoamericanos- capaces de reivindicar un “indigenismo” o un duelo de razas despojado de su contenido social concreto.  La clase trabajadora sudafricana, brutalmente explotada por la minoría blanca, está compuesta por los restos de las comunidades bantúes primitivas, disueltas hoy en el proletariado industrial, en los trabajadores de las minas auríferas  y diamantíferas, en los jornaleros rurales de las “chacras modelos” y en todas las capas inferiores de la estratificada sociedad sudafricana.  Los negros son obreros; los blancos industriales y comerciantes.  Tal es el nudo de la cuestión y la preeminencia de los aspectos raciales en la vida política de Sudáfrica no revela sino que los “afrikanders” blancos humillan y explotan doblemente a la mayoría aplastada de ese país.

Las recientes manifestaciones populares Ciudad del Cabo y otras ciudades de la Unión Sudafricana incorporan a la lucha política a vastas masas trabajadoras que han sido hasta hoy excluidas de toda discusión sobre su derecho a la vida.  Hoy  aparece claramente el verdadero significado de la famosa guerra boer, sobre cuyos resultados se vertieron abundantes lágrimas y muchos folletines.  Los derrotados boers de fin de siglo son los “afrikanders” de hoy, descendientes de los colonos holandeses.  En esa guerra los hijos de Holanda disputaron al imperio británico el derecho de explotar por su cuenta las fabulosas riquezas de Sudáfrica.  Los monárquicos franceses y los anglófobos de esos años apoyaban a los boers, mientras que la gran parte de la población negra y mestiza permanecía alejada de la lucha o indiferente a sus resultados.

El imperio venció y continuó controlando la mayor parte de las fuentes de riqueza de Sudáfrica  los “afrikanders” solo controlan el 15 por ciento del comercio y el 5 por ciento de la industria, pero son fuertes en el terreno agrario: su bastión esta constituido por los chacareros y las chacras modernas). Al mismo tiempo, mientras que la población descendiente de los holandeses aumentaba, los blancos británicos continuaban estacionarios.  La victoria electoral del Dr. Malan-un ex pastor de la iglesia protestante reformada, partidario de las duchas frías y los buenos negocios-, atestiguaba el poder político creciente de los “afrikanders”.  El mariscal Smuts y su partido pro británico, sostenían suavemente la abolición de la discriminación racial y la extradición de las gentes de color de zonas blancas, pues esas medidas dificultaban el desarrollo de la industria en toda la región.

El partido nacionalista de Malan, en cambio se ha convertido en campeón de la concentración de negros y mestizos en zonas especiales, alejados de las ciudades blancas, pues de ese modo favorecía la explotación que los colonos holandeses ejercen en sus chacras sobre los jornaleros negros. La igualdad racial despojaría en el acto de mano de obra barata a los colonos, pues los negros y mestizos emigrarían a las ciudades y los colonos se verían obligados a emplear jornaleros blancos, con mayor salario. Pero se da el caso de que los blancos no desean trabajar como peones en el campo, hecho que aumenta la oposición de los colonos hacia una libertad racial.

Diez millones de hombres y mujeres de color contra dos millones y medio de europeos.  Esa es la distribución de las cifras en África del Sur.

Sin embargo el problema no se resuelve con esas dos magnitudes. En las últimas manifestaciones en Sudáfrica, participaron varios miles de veteranos blancos de guerra, trabajadores en su mayoría, que protestaron contra la discriminación racial.  Es un factor que conviene tomar en cuenta.  El Dr. Malan asimismo ha restringido la inmigración europea, para no perder la supremacía numérica de los “afrikanders”. ¡Bendita sea la pareza[1] de sangre… y la caja registradora:

Articulo publicado en el Diario Democracia

Edición del Marte 27 de Mayo de 1952 Pág. 1


[1] Error de tipeo en la edición del diario.(debe ir pureza)

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