Un Ramos desconocido: sus textos literarios en el diario La Prensa

10/07/2010. Por Juan Carlos Jara

En busca de material para la biografía de Cátulo Castillo que estaba preparando, me topé, en una colección de “La Prensa” del año 1952, con una serie de trabajos literarios de inusual enjundia y profundidad firmados por un tal Pablo Carvallo. Rebusqué en mi memoria y no recordé a ningún crítico con ese apelativo por lo que, basándome además en que un autor de esos quilates no podía haber pasado desapercibido en su época, pensé de inmediato en la posibilidad de que se tratara de un seudónimo. Poco después, en un libro de Norberto Galasso obtuve la respuesta: Pablo Carvallo no era otro que el por entonces joven intelectual marxista Jorge Abelardo Ramos.
La historia es más o menos así: el 4 de septiembre de 1951 el joven Ramos viaja a Europa. Su padre le consigue una corresponsalía en el diario “Democracia”, donde firma sus artículos como Víctor Almagro (artículos recogidos después en libro, parcialmente, por la editorial Peña Lillo, bajo el título “De octubre a septiembre”). Esas diarias notas en “Democracia” se publicaron entre enero de 1952 y septiembre de 1955. Al mismo tiempo, a partir de marzo de 1952 envía desde París, casi a razón de una nota por semana, diversos textos sobre literatura y temas de orden cultural que se publican en el suplemento de los domingos de “La Prensa”, cuando era dirigido por César Tiempo. A la sazón el diario de los Paz se hallaba en manos de la Confederación General del Trabajo. Dichos textos, firmados con el seudónimo de Pablo Carvallo –apellido de su por entonces flamante esposa- muestran a Ramos como a un conocedor profundo de los movimientos culturales europeos de posguerra y de su contexto político e históricosocial. El brillo de su prosa, mucho más acentuado en escritos políticos posteriores, ofrece destellos que permiten avizorar su futuro de notable escritor. Ramos tenía entonces 31 años. Regresa de Europa en abril de 1953 y colabora en “El Laborista”, con un nuevo nombre de pluma: “Mambrú”. Pero ésa ya es otra historia.

(NdeR) Las notas halladas por Juan Carlos Jara las incluimos en la sección “Artículos”.

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