Mi último encuentro con Ramos

Autor: Ernesto Laclau

(Anécdota relatada por Ernesto Laclau en el homenaje realizado a Jorge Abelardo Ramos en la Biblioteca Nacional, a los diez años de su fallecimiento)

Con Ramos teníamos una relación de trabajo muy estrecha pero Ramos era un hombre reservado en sus contactos , yo trabajé 5 años muy directamente con él y jamás nos tuteamos, siempre nos tratábamos de usted. Y él no tenía un estilo en el cual él compartiera dudas, angustias, al contrario, él pensaba–probablemente correctamente- que su función, dada el carácter antagónico que tenían sus posiciones, era impartir certezas a la gente. O sea que era muy difícil tener una conversación media más íntima con él. Y me acuerdo que eran unas pocas semanas antes que nos fuéramos nosotros del partido, y él ya mas o menos se daba cuenta que, los dos nos dábamos cuenta que nos encontramos que era una cuestión de días, y nos encontramos una noche en el café Tortoni y estuvimos conversando tres horas.

Y paradójicamente esa fue la vez en la cual tuvimos una conversación más íntima, más directa, exploramos toda la historia del leninismo. Me acuerdo que en cierto momento le dije: “mire Ramos, ud., pierde el tiempo tratando de buscar sus raíces trotskystas, si hay quien tiene sentido de lo nacional y popular en la política actual es más el partido comunista italiano que nada que pueda venir del trotskysmo.” Y me daba cuenta yo que este argumento le producía un cierto impacto y dijo: “Bueno, hay que dejar que los muertos entierren a los muertos, tenemos que mirar hacia adelante”… y cosas así.

Y después, salimos después de tres horas de conversación allí y fuimos caminando por una calle de Buenos Aires y nos despedimos en una esquina. El cruzó a la esquina y en un momento dado, desde la esquina que hacía diagonal con la que yo estaba me grita: “Ernesto..”, entonces me doy vuelta y le digo: “¿Qué..?”, Tuvimos que gritarnos un poco porque había tráfico, y era difícil de escucharse, y él me dice:“¿Usted hubiera perdonado a los insurrectos de Kronstadt?”, si ustedes saben lo que es Kronstadt, de todos modos para alguien como él y yo que veníamos de la tradición leninista significaba algo muy preciso: era la el levantamiento de izquierda de los marinos de San Petersburgo, que los bolcheviques con Lenin y Trotsky a la cabeza, reprimieron de una manera brutal, o sea que siempre fue una espina clavada en el torso de la izquierda. Y entonces mi gritó eso, y entonces yo le grité: “bueno, en ciertas circunstancias sí, pero tienen que ser circunstancias muy especiales”. Entonces me gritó: “Yo pienso lo mismo”, y se fue.

Fue la última vez que hablamos.

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