A Jorge Abelardo Ramos por Elìas Castelnuovo

Querido Ramos:

Anoche, muy contento, llegué a mi casa y mientras cenaba le conté a mi mujer que usted pensaba publicar una biografía de mi persona, que estaría a cargo de Spilimbergo. Le dije que con ese motivo, el futuro biográfico se había invitado espontáneamente a venir a comer con nosotros durante una semana. Usted no se imagina el efecto que le produjo la noticia. De entrada, no más, me anticipó que si yo permitía eso, ella entablaba de inmediato demanda de divorcio.
Luego comenzó a documentar su opinión. Dice que Spilimbergo- no se lo vaya a decir a él- “es un muerto de frío”. Que cada vez que lo ve, “tiene la sensación de que todavía no le cortaron el cordón umbilical y que lo lleva atado con un trapo a la barriga”. Dice que si la biografía “se llegara a publicar antes de que saliese el libro no se vendería, porque el que la leyese tendría que ser un tarado para comprarlo”. Finalmente, trajo al caso la anécdota aquella de un músico anónimo a raíz de la muerte de Beethoven compuso una marcha fúnebre y se la llevo a Rossini para que le dijese si estaba bien o estaba mal. No sé si usted la conoce. Rossini, después de leerla, le dijo: “No está mal. Pero mejor hubiera sido que se hubiera muerto usted y que Beethoven le hubiese escrito una marcha fúnebre. Y como si esto fuese poco, añadió: “¿Usted lo odiaba tanto a Beethoven que ni después de muerto lo puede perdonar?”.
Al mismo tiempo, mi señora opina que la biografía la tiene que escribir usted. Dado que el objeto principal de ese trabajo consistiría en explicar qué es el arte social o el arte de masas, por qué se escribe y para qué y para quien se escribe, ese tema le vendría a usted como anillo al dedo. Podría hacer algo duradero.
También la podría escribir Puiggròs o Artesano, aunque a mí personalmente me gustaría mucho más que usted se tomara la tarea de hallarme yo más identificado, más que con su modo de pensar, con su modo de manejar la pluma o la máquina de escribir.
Me dice mi mujer: “Ramos, sí. Porque Ramos tiene sangre”. A ella tampoco le agrada mucho ni Artesano ni Puiggròs en este sentido.
Por último, mi mujer me dijo que le dijera a Spilimbergo, que lo invita a comer en esta casa, no una semana: cuatro semanas seguidas a condición de que no escriba la biografía.
Usted que es casado tiene que comprender, entonces, el grave problema que se me plantea. Como le digo, mi mujer me amenaza con entablar demanda de divorcio. Y yo no puedo exponer 27 años de matrimonio por un libro que no va a tener ni cien páginas.
A mí me duele mucho decirle esto. Después de todo, Spilimbergo es un muchacho bueno e inteligente. Pero, vaya a hacerle entender esto a una mujer como la mía que una noche de éstas cayó por aquí Leal- su viejo correligionario- y no bien le vio la cara me dijo que si en la sociedad futura tenía que vivir con tipos como ése que ella se resistía a vivir en esa sociedad. Es muy intransigente.

Un abrazo fraterno
Elías Castelnuovo

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