Ernest JANSEN

Visto por MAMBRU

De frente y De PERFIL

SU primer despertar vocacional fue la medicina, pero después decidió dedicarse a las almas; entonces se hizo político y el Partido Nacionalista del Dr. Malan fue su seno materno.  Mientras la crisis de 1929 se abatía sobre el mundo, en la lejana Sudáfrica los poseedores de diamantes contemplaban sin temor el porvenir.  Aunque los precios de las materias primas bajaban existía la razonable la razonable solución de disminuir también los salarios de los trabajadores negros empleados en la industria, en el comercio y la minería sudafricana. Esto ocasiono naturalmente algunas dificultades, pero los gobernantes sudafricanos tenían una alta conciencia de sus responsabilidades públicas y el Dr. Jansen que en ese entonces era ministro en Asuntos Nativos, no podía vacilar en la aplicación de una política que se revelaba, salvadora para los dueños de los diamantes y del oro. Partiendo del interesante punto de vista de que, los doce millones de hombres de color que constituyen la mayoría aplastante de la población  sudafricana estaban (y están) en una condición mental de tipo infantil, rebajar sus salarios o disminuir su estándar de vida o cortar su ración de pan, no podía inquietar de modo alguno a los estadistas de origen europeo que habían estudiado Economía Política en universidades respetables.  El Dr. Jansen aplico con singular energía esta orientación.  Sudáfrica pudo reponerse de las molestias derivadas de la crisis mundial a costa de estas enérgicas medicinas que el Dr. Jansen administraba a sus protegidos.  Su eficiencia en el ejercicio de esta tarea le granjeo un alto prestigio entre los miembros del partido de los Afrikanders y así fue presidente  de la Asamblea Parlamentaria en 1933. Ya el Partido Nacionalista preparaba sus fuerzas para atacar el bastión británico del mariscal Smuts y proclamar orgullosamente que en el extremo sur del continente negro había un puñado de blancos decididos a reivindicar  los derechos soberanos de la raza.

Articulo publicado en el Diario El Laborista

Edición del 28 de Mayo de 1953 (Pág. 06)

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