Rosita FORBES

Visto por MAMBRU

De frente y De PERFIL

ES una viajera inglesa. Varias sociedades geográficas le han conferido la distinción de sus medallas. En el ardor de su adolescencia, por ejemplo, viajo a Kufara, en Libia.  Era en 1920.  La diplomacia inglesa enriquecía la geografía política de esa región y Rosita Forbes acumulaba impresiones de ruta en manuales ilustrados que devoraban las madres de familias en las casitas campestres de los alrededores de Londres.  La señora Forbes adoraba lo exótico, las kabilas de los árabes ensimismados, las montañas implacbles[1] del Atlas donde se extinguían las últimas chispas del genio berberisco. Era una dama voluble y alegre, adoradora de la técnica y de lo raro. En 1924 enriqueció con su elocuencia una expedición a Abisinia que tenía por fin filmar documentales.  El embajador británico en Addis Abeba destilo gentilezas ante esta enérgica inglesa aventurada en el trópico.  Los Ras de las tribus guerreras envueltos en sus albornoces traían  ofrendas a su tienda de turista y partían hacia el desierto en una galopeada siniestra que encantaban a la señora Forbes.  Durante la gran guerra trabajo en el servicio de Ambulancias y posteriormente en la oficina de guerra y en el Ministerio del Aire de Gran Bretaña.  Siguiendo la tradición de los intelectuales anglo-sajones, la señora Forbes presto sin duda a los servicios de inteligencia el abierto bagaje de sus conocimientos de Oriente.  Como los viajeros ingleses en el siglo pasado, la señora Forbes no solo recopilaba anécdotas. Algunas de sus obras poseen títulos un tanto anacrónicos: “Desde el Mar Rojo al Nilo Azul” (la señora Forbes tiene un temperamento lírico). Pero lo que indudablemente incorporara su nombre a los anales de la literatura histórica inglesa, es el fervoroso estudio que ha dedicado a uno de los pro-hombres del pasado británico.  En “Sir Henry Morgan, pirata y pionero” la señora Forbes confiesa  su admiración por la figura de este viajero armado del Caribe, socios de los reyes de Inglaterra, delincuente de derecho común, ennoblecido después de sus asaltos y cuyas acciones de guerra, están tan íntimamente unidas con las grandes líneas de la historia colonial inglesa. La señora Forbes también visitó a Stalin. Psicóloga, ella reconoce que el político ruso tenia una mirada asiática.

Artículo publicado en el Diario El Laborista

Edición del 23 de Mayo de 1953 (Pág. 06)


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