CAPITALES BLANCOS EN SUDAFRICA

Inglaterra Gana Oro, Pero Pierde Influencia en su Imperio Colonial

Por Victor Almagro

EXCLUSIVO

            PARIS.-         Gran Bretaña ha podido compensar las pérdidas derivadas de su estancamiento con la explotación redoblada de su vasto imperio colonial. Ya a partir de 1880 la nación británica era sobrepasada por otras potencias en la esfera de la producción, notablemente por Alemania.  Pero el botín colonial lo compenso todo.  Entiéndase por botín colonial el destino y el nivel de vida  de centenares de millones, de almas repartidos en un teatro geográfico que se extendía desde el Río de la Plata hasta Ganges Sagrado, abarcando la cuarta parte del planeta y un cuarto de su población global.  De tal modo los imperialistas de estas pequeñas islas, crearon el más formidable imperio conocido en el último siglo.

            África era el coto final, la zona más inexplorada, conservada como una joya en bruto.  La porción más desarrollada del continente negro no debía constituir, sin embargo, bajo los golpes de la historia, más que un territorio lleno de peligros.  Sudáfrica ofrecía tantas razones de placer como de inquietud.  Las grandes minas de oros y diamantes son propiedad británicas y estos productos ocupan el primer lugar en el conjunto de las exportaciones sudafricanas.  El presupuesto británico recibe anualmente 60 millones de libras esterlinas en oro provenientes de las minas sudafricanas.  Poderosos grupos financieros ingleses controlan  grandes  empresas en la Unión.  Pero junto a estas inversiones británicas, herencia de los “pionners” como Cecil Rhodes, ha crecido una nueva clase social de capitalistas nativos, sobre todo “afrikanders”, personificados por el pastor Malan, cuya piedad es bien conocida.

            El Partido Nacionalista, actualmente el en poder, representa el sector mas decidido de los intereses sudafricanos blancos, opuestos por igual a la emancipación política y económica de los 12.000.000  de sudafricanos de color, cruelmente explotados por la minoría blanca, y a la subordinación  jurídica de Gran Bretaña.  En 1948 la nueva política nacionalista rescataba para el estado las compañías británicas de electricidad, lo mismo que una importante fabrica de acero.

            El Estado sudafricano intenta producir petróleo sintético, para liberarse de las importaciones británicas.  Ya en 1911 había  nacionalizado los ferrocarriles, en el momento de fundarse la Unión Sudafricana.  Pero el proceso de decadencia económica de Gran Bretaña, lo mismo que la declinación de su corriente de inversores hacia sus colonias, jugo un rol estimulante para los capitalistas nativos y extranjeros. Capitales provenientes de Suiza, Francia y Alemania, han venido a acelerar esta tendencia de distanciamiento de la vieja metrópolis.  El hecho más importante, no obstante, reside en que las industrias nativas de transformación representan el 24% de la renta nacional contra el 8% que expresa la magnitud del oro de propiedad británica.  Esta modificación de las relaciones económicas debían manifestarse en la esfera política por una maduración de las corrientes partidarias de la ruptura con Gran Bretaña.  Así el Partido Nacionalista de Malan amenaza en 1953, en caso de triunfo electoral, declarar la Republica, exigir la anexión de los protectorados británicos vecinos, las ex colonias africanas-alemanas y aun toda África Central y Oriental Inglesa hasta Etiopia. ¿Asistiremos a una caricatura Bismarckiana en Sudáfrica? ¿Triunfaran los dos millones de blancos contra los doce millones de hombres de color y al mismo tiempo reclamaran el titulo de emancipadores por desprenderse de la vieja Inglaterra?  Todo esto parece bastante problemático.  Lo único rigurosamente claro es que Gran Bretaña ya no tiene  papel en el gran juego.

Artículo publicado en el Diario Democracia

Edición del Viernes, 3 de Octubre de 1952 (pág. 1)

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