UN OCEANO DE CONTRADICCIONES

EE.UU. Quiere Vender, pero Levanta Barreras a las Importaciones

Por Victor Almagro

I

EXCLUSIVO

PARIS. — Estados Unidos ha sido la unida nación beligerante que salió de la última guerra con un poder acrecentado. Fué un buen negocio aquél; otros sufrieron las ruinas y aguantaron las pérdidas. En la actualidad, el más grande stock de oro del mundo se encuentra en las reas norteamericanas. Pero con el oro se puede hacer cualquier cosa menos comerlo. En el régimen capitalista, la autarquía es una peligrosa ilusión, pues la economía mundial existe como un sistema de vasos comunicantes. En la economía de un imperio, la autarquía es un suicidio, niega su propia expansión. Sin embargo,  Estados Unidos se debate en un océano de contradicciones: al mismo tiempo que intenta ligar el destino político y financiero de Europa Occidental a su camino de guerra, cierra a estas naciones la entrada de sus puertos.

El proteccionismo norteamericano no ha desaparecido. Obligado por su política exterior a asociarse a países industrializados con producción competitiva, Estados Unidos levanta murallas aduaneras que estrangulan a sus amigos. Las viejas potencias europeas, que un día no lejano dictaron su ley al mundo, se preparan en estos momentos para desarrollar una ofensiva contra el proteccionismo norteamericano. Es difícil por anticipado medir su virulencia y su éxito.

  • Vende, pero no compra

            Estados Unidos no posee déficit en su balance comercial ni tiene reservas monetarias insuficientes. Por el contrario, exporta mucho más de lo que compra en los mercados internacionales. Esta política complica la situación de aquellos países necesitados de dólares. La situación ha llegado a tal grado de agudeza que los gobiernos de Gran Bretaña, Francia, Suiza, Italia, Noruega, los Países Bajos, Australia, el Canadá y Nueva Zelandia han elevado ya protestas oficiales. Dichos gobiernos estudian la posibilidad de actuar en conjunto para la solución de esta dictadura tarifaría de Estados Unidos. Algunos financistas europeos consideran que si el Plan Marshall ha sido impotente para equilibrar la economía de Europa se debe ante todo al hecho de que ha dejado en pie las causas del desequilibrio.

Las tarifas aduaneras norteamericanas son señaladas en este caso corno uno de los principales factores de la penuria de dólares y de la crisis del comercio internacional. Incluso algunas personalidades de Estados Unidos así lo han reconocido. En abril de este año declaraba Acheson: “Los Estados Unidos no pueden erigir barreras en el momento en que empujan a su destrucción en el extranjero en el interés de una asociación de países del mundo libre”. Pero una cosa son las palabras y otra los actos.

 El señor Eric Johnston, otro magnate comercial yanqui, se expresó en términos similares: “Si nosotros buscamos deliberadamente apretarnos la garganta, no veo mejor medio y más rápido que cerrar las puertas a los productos extranjeros”. Sin embargo, la anarquía de la producción norteamericana alimenta estas contradicciones de sus políticos. Los grupos industriales o agrarios de esa nación contemplan sus intereses directos y actúan en consecuencia. Los políticos de Washington son impotentes para llevar a cabo una ordenación económica que sirva a los intereses generales del imperialismo. Pero no está muy lejano el día en que el mito de la “libre empresa” deje su lugar a una economía dirigida.

Artículo publicado en el diario Democracia

Edición del Miércoles 3 de Septiembre de 1952 Pág. 1

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