SE HA PUESTO EL SOL EN EL IMPERIO

Japón Encuentra Serios Escollos para Orientar su Flamante Soberanía

Por Victor Almagro

EXCLUSIVO

PARIS- La entrada en vigor del tratado de paz con Japón, firmado en San Francisco el 8 de septiembre de 1951, se ha visto decorada con las manifestaciones tempestuosas del 1º de mayo.  Fueron apedreados los cuarteles generales del ejército norteamericano en Tokio y una imponente manifestación obrera desfilo por sus calles en una demostración anti-norteamericana, por primera vez desde la capitulación japonesa en 1945.

Se acusa a los comunistas de dirigir estos actos, pero ninguna fracción política puede arrastrar a 300.000 personas sobre la base de su solo prestigio.  En realidad, el sentimiento de aversión hacia la potencia ocupante es tan verdadero en Japón, como Alemania o Puerto Rico, Corea o Berlín.  Esta verificación puede cargarse por partida doble a las tropas yanquis o soviéticas.  Pero la soberanía jurídica del Japón introduce nuevos factores en la política mundial y este hecho ha sido registrado rápidamente por los políticos británicos, un imperio donde se ha puesto el sol, pero que atesora todas las enseñanzas de la vejez.

Los ingleses están inquietos el “Manchester Guardián”  recuerda que aunque desde el siglo XVII los occidentales han esperado siempre una “conversión” del espíritu japonés, fueron regularmente engañados. Esta apreciación sobre la nación japonesa, formulada por el órgano de la industria textil de Manchester, posee más substancia que los discursos grandilocuentes de Churchill.  En efecto, los japoneses no abrieron las puertas de su país como China, sino que enviaron a sus jóvenes a aprender la técnica occidental para ponerla al servicio de los intereses de su propio imperio.  Esta cruel sorpresa no agrado a los comerciantes británicos.  El resurgimiento de Japón en la escena política y mercantil del mundo, el entrelazamiento de algunos sectores de su industria con los capitales yanquis constituirán una nueva fuente de amargos desengaños para Gran Bretaña.

Londres disimula su temor

Naturalmente, los ingleses esconden el  temor  a la competencia bajo las frases púdicas sobre la necesidad de una “democracia japonesa”.  La mismo tiempo, los políticos británicos temen que la falta de “fineza” de Estados Unidos en sus relaciones exteriores obligue a Japón a una ruptura con Pekín y una aproximación a Chiang kai-shek, política fatal para los intereses británicos que subsisten en China.  El otro problema derivado de la soberanía japonesa es el de las economías competitivas.  Si por un lado Gran Bretaña teme la competencia japonesa en los mercados del sudeste asiáticos y aun en los mercados africanos, por el otro estima que una anulación de las relaciones comerciales japonesas con China podrían acarrear al Japón convulsiones sociales de resultados imprevisibles.

En líneas generales puede señalarse que las potencias de segundo orden, como Gran Bretaña o Japón, deberán ajustarse a un reparto del mundo mercantil de caracteres bien austeros, y sólo hasta el límite asignado por los propios intereses de los Estados Unidos, gran señor de este juego.

La reacción francesa ante la soberanía japonesa esta plena de vaguedades diplomáticas, si se deja de un lado la alusión  a los vínculos de Francia con Indochina.  El ministro Schuman se consagró, sobre todo, a entonar el himno de espíritu francés iluminado por las tinieblas de Extremo Oriente. Truman por su parte, adoptando un lenguaje moderno, saluda al gobierno del Japón y condena al “imperialismo comunista y a su sistema de tiranía y explotación”.  Este lenguaje subversivo del jefe de estado norteamericano no es de temer.  Otras tiranías le merecen mas respeto.

El jefe de estado mayor del general Ridgway escribió el mes pasado una carta al ministro de asuntos exteriores del Japón exigiendo del gobierno los cuatros puntos siguientes: “1º Los dirigentes japoneses deben dejar de considerar el problema del rearme como tórico. 2º La Constitución japonesa debe ser revisada y el artículo incluyendo la renuncia a la guerra debe ser abolido. 3º Esta revisión de la Constitución debe ser efectuada lo más rápidamente posible. 4º El señor Yoshida, primer ministro, debe cesar de pretender que el Japón no se rearme.”

Veremos como Japón concilia su reciente soberanía con las angélicas exigencias norteamericanas.

Artículo publicado en el Diario Democracia

Edición del  Sábado 24 de Mayo de 1952 Pág. 1

También te podría gustar...