EL INTERROGANTE DE EUROPA

Fracasa la Publicidad Yanqui: el Pueblo Alemán no Quiere Armarse

Por Victor Almagro

EXCLUSIVO

PARIS. (Especial)- La derrota de Hitler y la subsiguiente ocupación militar ha retrogradado a la nación alemana  a la situación anterior a 1870.  En realidad Bismarck encontró el panorama de ese país casi resuelto por la virtual dominación económica de la burguesía y solo destruyo el particularismo feudal de los príncipes, que sobrevivía a la manera de una escoria jurídica sobre una nación moderna.  En las actuales circunstancias, Alemania se encuentra partida en dos, amputado y desarticulado su aparato industrial, su vida política y el potencial de su proletariado.  Los ejércitos de ocupación pasean por sus calles y si el gobierno de la zona oriental se asimila cada vez más a la estructura económica y a los métodos políticos del Kremlin, la zona occidental se encuentra subordinada a los planes de guerra de los Estados Unidos.  Los charlatanes a sueldo como Emil Ludwig no lograron convencer el mundo, sin embargo, el pueblo alemán, no podía ser identificado con el nazismo.  Los norteamericanos cultivaron esa fábula hasta que descubrieron que los antiguos generales nazis estaban dispuestos a colaborar en la próxima guerra.  Las masas alemanas no se llamaron a engaño.

            En el debate que acaba de iniciarse en el Parlamento de Alemania Occidental sobre el problema del rearme, se ha hecho sentir la presión de los sindicatos obreros.  El personal de la fábrica de automóviles Daimlers-Benz, y los mineros de Gelsenkirshen declararon una huelga como protesta por el proyecto de remilitarización.  Todavía humean en Hamburgo los cimientos de la ciudad destruida por los bombardeos “estratégicos” de la aviación norteamericana.  Todavía Berlín muestra su gran mancha borrosa a los escasos viajeros con visado que pueden contemplar el espacio que ocupó un día la capital de Hegel (los noticiarios son púdicos, no la retratan).  Las madres de la juventud alemana desaparecida en la furia bélica visten aún de luto.  Las mujeres son mayoría en la población de la Alemania de hoy.  Apenas desaparecido el racionamiento y  exterminado el mercado negro, apenas secas las lágrimas, parlamentarios, diplomáticos y periodistas, profesionales de la política, anuncian “debates sobre la remilitarización”. Aun en este castigado planeta, aun en la Alemania devastada, todo esto parece ya demasiado.

            Una ola de descontento

            Los stalinistas franceses, que no pueden con su genio, han iniciado una campaña contra la remilitarización de Alemania, pero como siempre, han apelado a los sentimientos “chauvinistas” de la clase media francesa e intentan explotar su tradicional odio anti-alemán.  Esto cuadra muy bien al oportunismo de estos “comunistas” que muestran su espíritu reaccionario a cada paso.  La guerra de Indochina no los preocupa tanto como el rearme alemán… por su parte, el gobierno de Bonn debe hacer frente a una opinión pública, que aun bajo la presión publicitaria de los norteamericanos, no deja de expresar su hostilidad al rearme.  La discusión de este tema capital para el futuro inmediato de Alemania ha concentrado la atención  de toda la zona occidental.  Ocho días antes de iniciarse el debate, las entradas para la galería del público en el Parlamento, estaban agotadas.

            El señor Adenuer se verá obligado a usar de toda su clásica serenidad para soslayar la indignación pública que exige el retiro de las tropas de ocupación y la unidad alemana.  Es justamente alrededor de estas dos reivindicaciones que crecen firmemente en estos momentos, tanto los partidos neo-nazis como los grupos obreros revolucionarios, extraña pero explicable simetría política de un país ocupado y maduro para soluciones de fondo.

            Aunque la prensa francesa ligada al Plan Marshall, como “Le Monde”, comenta que pronto pasará en Alemania este “acceso de locura”, nadie exento de culpa vacilará en arrojar la primera piedra contra el rearme de un pueblo agotado.

Artículo publicado en el Diario Democracia

Edición del Sábado 16 de febrero de 1952 (Pág. 1)

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