Francisco Miranda por Jorge Abelardo Ramos

Se transformó desde entonces en ese rostro de camafeo que la historia ha conservado: una cabeza romana y criolla, un hombre universal, un aristócrata de la independencia americana. Viajero por toda Europa, lector voraz, amigo de Wáshington, de Pitt, de Catalina la Grande, y de varias docenas de reyes, filósofos, mariscales y sabios de su época, sus aptitudes múltiples lo convierten hasta en general de la Revolución francesa, bajo el gobierno girondino.

Es Miranda el primero que plantea en Europa la emancipación política de la América española. Ofrece a Pitt sus servicios militares y franquicias comerciales a Inglaterra si ésta facilita una flota y ayuda a expulsar a los españoles. Miranda fue un característico representante de los terratenientes criollos que odiaba la dominación española, pero que no temía menos la liberación de los negros y los indios; excluía de sus planes conspirativos la participación y la liberación económica y política de las grandes masas explotadas. Pertenecía a la clase de los criollos que ayudaron a los españoles a reprimir el levantamiento de los campesinos de Tupac Amaru.

Cuando Miranda, con el apoyo de la flota inglesa desembarcó por primera vez en las costas de Venezuela, lanzó un manifiesto llamando al pueblo a levantarse contra los españoles. En ese documento no se decía una sola palabra acerca de la emancipación de los esclavos negros y de los indios, pero se indicaba, en cambio, la protección de las fuerzas marítimas británicas. Las grandes masas permanecieron indiferentes a ese llamado, que no poseía para ellas ninguna significación. La expedición de Miranda terminó en un fracaso.

Su mérito histórico será el de haber manifestado por primera vez la concepción de una nación unificada. Miranda la imaginaba como un vasto “Imperio colombiano”, que se extendería desde el nacimiento del Missisipi hasta el Cabo de Hornos, gobernado por un monarca hereditario inca. Transmitió sus ideas a su más inmediato discípulo, Simón Bolívar, que habría de intentar, con las armas en la mano, llevar hasta el fin, aunque confusa y contradictoriamente, el programa que Miranda, la historia y la economía sugerían para una emancipación integral del continente.

(*) “América Latina: Un País” – Ediciones Octubre, Buenos Aires, 1949 – Páginas 48 y 49.

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